miércoles, 13 de febrero de 2008

Escucho el corazón de mi colchón. Descubro que es como un espejo anatómico, íntimo; más aún; sentimental. Y yo soy doctor. Con el sonido de la calleque no me deja dormir, con el sonido del recuerdo en mi cabeza de la única salida angelical al cine (por ver una tonta, calificada, película, buena, disimulada, solo porque estubo ahí, para pasar un buen rato y reir y quererla como nunca) que no me deja dormir y el sonido -bulla- de mi latido -corazón- que no me deja dormir. Ahora soy doctor, tengo horrible caligrafía pero todos me entienden. Y diagnostico -me acerco al nombre y llegué- tómese éste par de desinflamante; uno para la oscuridad y el otro para la pena; una pastilla para el resfrío -para su corazón con moquillo- y un laxante -para evacuarlo todo de una vez-. No coma dulces ni oiga Alejandro Sanz ¡Ah! pero todo esto es corporal, palpable ;<>; todo es como la universidad -de ésto vives y eres- exitoso-Pero yo no soy graduado; son otros cien años; para los dolores emocionales-lo siento-sí, sólo soy muy <> para dar mis recetas -ajá- no se preocupe; si, -todo está en la historia médica-, ok -no haga nada loco-. ¿Por qué?... ¿Loco? Agg. No de emociones no. Les tengo miedo. Las formas de curar emociones son muy peligrosas por eso no puedo ayudarlo; lo siento; pero nadie puede -ya está sólo-.
Eso mismo me dijo -ella- Y eso que de verdad -también- me trataba, normalmente cuando era capitán, de "usted".

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